Al principio fueron unos conciertos de reggae en un gran parque que hay en la orilla derecha del Garona y después el descubrimiento del arte alternativo de la ciudad. En unos hangares antiguos se ha creado toda una zona dedicada la street art, a los productos bio (auténtica pasión de los franceses) y el reciclaje a la vista de todo tipo de muebles fabricados con palés.
Y después, a la vuelta, la puesta de sol desde la otra orilla fue todo un regalo de esos que te llenan de energía positiva. Fuerzas renovadas para afrontar la próxima semana.
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